Europa debe elegir un futuro verde
Resumen
Europa avanza hacia su transición energética a un ritmo que pocos imaginaban hace diez años. El continente está ahora en condiciones de convertirse en el líder mundial de la energía verde. Europa puede obtener fácilmente el 100% de la energía que necesita de fuentes renovables, reduciendo así a cero nuestra factura de importación de combustibles fósiles. El transporte sigue siendo el sector más difícil de descarbonizar: Más del 90% de los vehículos de la UE queman combustibles fósiles. La transición energética es también una batalla por la democracia: Un mercado todopoderoso no puede quedar sin ningún tipo de control. Millones de individuos, cooperativas y autoridades locales pueden desempeñar un
papel vital en la transición energética siendo propietarios o copropietarios de instalaciones de generación de energía renovable; pueden participar activamente produciendo su propia electricidad y empleando contadores inteligentes para optimizar su consumo energético. El cierre firme y respetuoso con el medio ambiente de las minas y las centrales eléctricas debe ir acompañado de una planificación y gestión eficaces y de una transición justa para los trabajadores de ambas.
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Europa debe elegir un futuro verde
Publicado por primera vez aquí.
Un grupo de expertos ha publicado sus sugerencias para el futuro energético de Europa en el Atlas Europeo de la Energía 2018. En este extracto, Claude Turmes, miembro del Parlamento Europeo, señala que la transición energética ahorrará dinero y creará empleo, si Europa está dispuesta a actuar.
El 100% de las energías renovables en Europa ya es viable (Foto vía Atlas de la Energía, CC BY-SA 4.0)
Europa está avanzando hacia su transición energética a un ritmo que pocos imaginaban hace diez años. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero el continente está ahora en condiciones de convertirse en el líder mundial de la energía verde. Para aprovechar esta oportunidad, debe tomar hoy las decisiones políticas adecuadas.
El clima mundial está cambiando más rápido que nunca, y los europeos están cada vez más informados de sus peligros. Esa conciencia se está convirtiendo en acción. Los ciudadanos, los gobiernos y las empresas se están dando cuenta de que la conversión a formas de energía más ecológicas no es un ejercicio caro y doloroso, sino que aporta beneficios económicos: ahorro de costes, nuevas industrias, puestos de trabajo locales que no pueden deslocalizarse y seguridad energética.
Europa ya es líder mundial en muchas tecnologías verdes, incluida la energía eólica terrestre y marina. La transición energética ofrece oportunidades de exportación para difundir estos conocimientos en todo el mundo. La competencia de Norteamérica y Extremo Oriente está empujando a Europa a invertir más en investigación e innovación, y a establecer condiciones en las que las tecnologías verdes puedan prosperar. Entre ellas se encuentran un mercado nacional dinámico que permite el despliegue a gran escala de las energías renovables, un sector de la construcción centrado en los edificios de "energía positiva" (que producen más energía de la que consumen) y el transporte ecológico. Con mejores interconexiones entre las redes eléctricas nacionales y los sectores del transporte y la calefacción, Europa puede obtener fácilmente el 100% de la energía que necesita de fuentes renovables, reduciendo así a cero nuestra factura de importación de combustibles fósiles.
El cambio climático en manos de las tecnologías verdes
El Acuerdo Climático de París de 2015 ha demostrado que el mundo solo podrá limitar el cambio climático si abandona el uso de combustibles fósiles. El riesgo del carbono es un problema tangible, y los inversores se retirarán gradualmente de los combustibles fósiles en favor de la tecnología verde. El acuerdo ha sensibilizado sobre el potencial de las energías renovables y los beneficios de la eficiencia energética. Están surgiendo proyectos emblemáticos con apoyo financiero de la UE, como los parques eólicos marinos en el Mar del Norte y el Mar Báltico, la conversión de la calefacción urbana de los combustibles fósiles a la energía renovable y los corredores europeos para la movilidad eléctrica.
Durante los últimos 100 años, la fuerza geopolítica ha dependido de que los países posean o tengan acceso a los recursos energéticos. En el futuro, dependerá de obtener una ventaja competitiva de las mejores tecnologías medioambientales. Los países que avancen en la energía solar y eólica, las redes inteligentes y el almacenamiento de energía estarán un paso por delante. La reducción de sus importaciones de combustibles fósiles reforzará su seguridad energética. Este es el caso de Europa. Acelerar el despliegue de la tecnología verde reducirá la dependencia de Europa de países como Rusia y Arabia Saudí y aumentará su peso geopolítico. Pero la economía europea sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, sobre todo para la calefacción, la refrigeración y el transporte.
El transporte sigue siendo el sector más difícil de descarbonizar:
Más del 90% de los vehículos de la UE queman combustibles fósiles. Sin embargo, el escándalo del "dieselgate", en el que los fabricantes de automóviles intentaron hacer trampas en las pruebas oficiales de emisiones, se ha convertido en un serio revés para los motores diésel. Es probable que la creciente concienciación sobre el daño que los gases de escape del diésel causan a los pulmones humanos acelere la adopción de los vehículos eléctricos. Un menor número de coches en las ciudades, la asignación de más espacio a los desplazamientos a pie y en bicicleta, y un transporte público más ecológico pueden cambiar los patrones de movilidad en las ciudades y provocar un aire más limpio y una mejor salud.
La transición energética es también una batalla por la democracia:
Cuando se trata de hacer realidad el cambio, no se puede dejar a un mercado todopoderoso sin ningún tipo de control. Durante demasiado tiempo, los ciudadanos han estado a merced de intereses económicos y geopolíticos que están fuera de su alcance. Empoderar a las personas y darles el derecho a elegir es esencial porque son los ciudadanos los que pagan la factura. La transición energética permite a los clientes ser algo más que sujetos pasivos incapaces de influir en las decisiones. Millones de individuos, cooperativas y autoridades locales pueden desempeñar un papel vital en la transición energética siendo propietarios o copropietarios de instalaciones de generación de energía renovable; pueden participar activamente produciendo su propia electricidad y empleando contadores inteligentes para optimizar su consumo energético. El movimiento proclimático de las autoridades locales europeas está floreciendo. Millones de ciudadanos se están decantando por las energías renovables, individualmente o asociándose a cooperativas.
La transición debe ir de la mano:
Nuevas perspectivas económicas para las regiones productoras de carbón. Los bajos precios del carbono en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE han alargado artificialmente la vida útil de las minas y centrales eléctricas de carbón y lignito, aumentando el dolor económico para esas regiones cuando finalmente se produzca el cambio. En lugar de ignorar esto, el cierre progresivo y firme de las minas y centrales eléctricas debería ir acompañado de una planificación y gestión eficaces y de una "transición justa" para los trabajadores, tanto a nivel local como regional, a fin de evitar una gran crisis social.
Las políticas anteriores de la UE han desencadenado la transición energética en Europa. Las decisiones políticas que se tomen hoy definirán el marco de las próximas décadas. Las elecciones correctas determinarán si la UE puede aprovechar la doble oportunidad que se le presenta, ayudando a salvar el planeta de la catástrofe climática y convirtiéndola en líder mundial de la tecnología verde.
Para más información, consulte el Atlas Europeo de la Energía 2018.
Claude Turmes es diputado al Parlamento Europeo y miembro del Partido Verde.
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