Uruguay, campeón de las renovables en América Latina
Resumen
Uruguay produce ahora más del 97% de su electricidad a partir de fuentes de energía renovables. El país ha experimentado un notable cambio en su sector energético en los últimos años. Los parques eólicos de todo el país han reducido estos costes en más de 200 millones de dólares anuales. También permitió a Uruguay reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un asombroso 88% en 2017 con respecto a la media de 2009-2013. Este ejemplo demuestra que es posible diversificar y basar gran parte de la generación de electricidad en la eólica y la solar sin un respaldo de energía sucia en un plazo relativamente corto y que este cambio beneficia visiblemente tanto a la economía como a la sociedad en su conjunto. Pero el camino de Mujica también ofrece otra lección, no menos importante, para la expansión de las renovables en Sudamérica en su conjunto: sólo tendrá éxito mediante una toma de decisiones transparente y un entorno regulador estable. ¿Cuántos vecinos de Uruguay están dispuestos a aprenderlo? El camino de Mujica también ofrece otra lección para el resto del sector sudamericano de las energías limpias.
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Uruguay, campeón de las renovables en América Latina
Uruguay se encuentra entre Argentina y Brasil, a orillas del océano Atlántico, y tiene unos 3,5 millones de habitantes. Pero este pequeño país se ha situado entre los cinco primeros productores de energía eólica y solar del mundo.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunció en octubre que el país ocupa el cuarto lugar a nivel mundial, produciendo el 36% de su electricidad a partir de la energía eólica y solar. El primer puesto de la lista de la AIE corresponde al campeón internacional de las energías renovables, Dinamarca (50%), seguido de Lituania (41%) y Luxemburgo (37%).
Incluyendo la energía hidroeléctrica, Uruguay produce ahora más del 97% de su electricidad a partir de fuentes de energía renovables. El país ha experimentado un notable cambio en su sector energético en los últimos años: hace sólo veinte años, el petróleo representaba casi el 30 por ciento de las importaciones de Uruguay y grandes cantidades de electricidad se importaban de la vecina Argentina.
La rápida diversificación de su sector eléctrico comenzó con el ex presidente Mujica, que dirigió el país entre 2010 y 2015. Para él, las renovables, especialmente la energía eólica, eran una forma de reducir los costes de generación de electricidad. Ya en 2016, un año después de su mandato, los parques eólicos de todo el país habían reducido estos costes en más de 200 millones de dólares anuales.
La motivación de Mujica fue más racional que ideológica. Su éxito puede atribuirse a la transparencia en la toma de decisiones, a un entorno normativo favorable y a la sólida colaboración entre el sector público y el privado. Unas condiciones de viento estables, de unas 8 millas por hora, y un bajo coste de mantenimiento, así como una tarifa fija de veinte años garantizada por la empresa pública, proporcionaron un floreciente clima de inversión.
Esta política ha provocado más de 7.000 millones de dólares en inversiones en el sector de las energías renovables del país hasta la fecha y es responsable de más del 15% de su PIB. También permitió a Uruguay reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un asombroso 88% en 2017 con respecto a la media de 2009-2013.
El cambio a las energías renovables también ha permitido una generación de electricidad más diversa, lo que hace que el sector energético del país sea más resistente a un clima cambiante. Mientras que un gran número de países latinoamericanos obtienen una parte predominante de su electricidad de centrales hidroeléctricas -y se enorgullecen de ser campeones ecológicos-, Uruguay puede prescindir de sus recursos hídricos para los raros momentos en que no sopla el viento. Así, permite que las presas mantengan el agua durante más tiempo en sus embalses, lo que ha contribuido a reducir las sequías hasta en un 70%.
Esta impresionante historia de éxito se construyó sobre la base de una creciente aceptación pública de que el modelo de crecimiento energético convencional ya no es sostenible. El ejemplo de Uruguay demuestra que es posible diversificar y basar gran parte de la generación de electricidad en la eólica y la solar sin un respaldo de energía sucia en un plazo relativamente corto y que este cambio beneficia visiblemente tanto a la economía como a la sociedad en su conjunto.
Pero el camino de Mujica también ofrece otra lección, no menos importante, para la expansión de las renovables en Sudamérica en su conjunto: sólo tendrá éxito mediante una toma de decisiones transparente y un entorno regulador estable. ¿Cuántos vecinos de Uruguay están dispuestos a aprenderlo?
Crédito de la imagen: Andrew Schultz