Los bancos centrales deben prepararse para el cambio climático

17 abril 2020
Los bancos centrales deben prepararse para el cambio climático

Resumen

Cada vez hay más pruebas de que el cambio climático y la degradación del medio ambiente suponen una amenaza existencial. El cambio climático lleva a los responsables políticos a un estado de autoexamen, dice Andrew Hammond. Se pregunta: ¿Sigue siendo pertinente el sagrado principio de "neutralidad del mercado" a la luz de la emergencia climática? Hammond: Si los bancos centrales esperan adaptarse a esta amenaza inminente, deben crear un marco que tenga en cuenta un entorno que ha cambiado drásticamente (tipos bajos durante más tiempo con vulnerabilidades crecientes...), los cambios demográficos, el estancamiento económico y la erosión de las normas políticas multilaterales. Afirma que los bancos centrales deben empezar a pensar de forma más proactiva en políticas que puedan ayudar a crear un

futuro sostenible. Hammond: Podría decirse que hay tres perspectivas posibles sobre la neutralidad de la política monetaria: una que mantiene las cosas sin cambios; otra que utiliza una tasa de política neutral (NPR), otra que redefine la "neutralidad". Una posibilidad sería la del "Producto Bruto de Bienestar" y otra la de "Descartar la neutralidad del mercado".

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Los bancos centrales deben prepararse para el cambio climático

En 2006, el célebre Informe Stern afirmaba que el cambio climático supone el mayor reto para la disciplina económica. Los mercados, argumentaba, no pueden dar cuenta adecuadamente del cambio climático y sus efectos.

14 años después, las opiniones contenidas en el Informe Stern, que se hacen eco de las anteriores advertencias del Club de Roma, han sido reivindicadas. Cada vez hay más pruebas de que el cambio climático y la degradación del medio ambiente suponen una amenaza existencial. El temor de que la humanidad pueda cruzar pronto puntos de inflexión peligrosos no hace sino subrayar la necesidad de que los responsables políticos tomen medidas más drásticas.

El cambio climático, al igual que el campo de las finanzas, lleva a los responsables políticos a un estado de autoexamen. El hecho de que los principales bancos centrales presten ahora atención al cambio climático no es sorprendente. Son conscientes del inmenso reto que representa.

Si los bancos centrales esperan adaptarse a esta amenaza inminente, deben crear un marco que tenga en cuenta un entorno que ha cambiado drásticamente ("tipos bajos durante más tiempo con vulnerabilidades crecientes..."), los cambios demográficos, el estancamiento económico y la erosión de las normas políticas multilaterales.

Los bancos centrales ya reconocen que las instituciones financieras están expuestas a sectores que se verán gravemente afectados por el cambio climático. Una respuesta adecuada incluirá medidas para fomentar la descarbonización de la economía. Además, aunque las "finanzas verdes" se consideren un tópico, los bancos centrales pueden -y se supone que deben- hacer mucho en este sentido. Por ejemplo, deberían empezar por aceptar bonos verdes como garantía o comprarlos directamente.

 

"Los bancos centralesdeben ir más allá del típico enfoque en la gestión de riesgos"

 

Pero queda una gran pregunta: ¿el sagrado principio de "neutralidad del mercado" sigue siendo relevante a la luz de la emergencia climática? La posición de los bancos centrales se ha ceñido durante mucho tiempo a la filosofía tradicional de que no deben interferir en la función de asignación de recursos de los mercados. En otras palabras, la política monetaria debe ser "neutral" con respecto a los mercados financieros. Por lo tanto, los bancos centrales no pueden dar prioridad expresamente a los activos favorables para el medio ambiente.

Pero hay razones para debatir los méritos de la "neutralidad del mercado" en vista de la miopía inherente de los mercados financieros. En lo que respecta al cambio climático, los mercados no tienen en cuenta los enormes efectos de distribución intergeneracional ni las enormes externalidades negativas.

Además, los bancos centrales deben ir más allá del típico enfoque de la gestión de riesgos. No basta con fijarse en los sectores que se ven fuertemente afectados por los costes del cambio climático, sino que los bancos deberían empezar a pensar de forma más proactiva en políticas que puedan contribuir a crear un futuro más sostenible.

Podría decirse que hay tres perspectivas posibles sobre la neutralidad de la política monetaria: una que mantiene las cosas sin cambios; otra que utiliza un tipo de interés oficial neutral (TNP), pero redefine la "neutralidad"; y otra que descarta la neutralidad.

Mantener un "tipo de política neutral" implica no interferir en la asignación de recursos del mercado. El NPR se basa en el crecimiento del producto potencial y toma el objetivo de inflación como parámetro clave; algunos bancos centrales (la Reserva Federal, por ejemplo) también consideran el desempleo como un objetivo de política.

 

"Descartar por completo la neutralidad del mercado se basa en un supuesto fundamental: que los mercados son demasiado miopes para considerar las preocupaciones ecológicas"

 

La segunda posibilidad -la de redefinir la "neutralidad"- añade otra dimensión al producto potencial o al crecimiento: la "sostenibilidad", es decir, la medida en que la actividad económica perjudica al medio ambiente. El tipo de interés político fijado por el banco central consideraría, por tanto, un nivel de actividad económica que tuviera en cuenta las preocupaciones sociales y ecológicas.

Esto plantea una nueva cuestión crítica: ¿quién definiría ese nivel de actividad económica? Se trata de una cuestión fundamental, ya que tal determinación podría paralizar una de las características que definen a los bancos centrales: su independencia. O bien, los bancos centrales seguirían sin tener en cuenta las preocupaciones medioambientales en su toma de decisiones y, en su lugar, el papel de los gobiernos sería favorecer a los sectores menos intensivos en carbono como parte de una política industrial/medioambiental global. En este caso, los bancos centrales mantendrían una postura de neutralidad política bastante similar a la de la primera opción.

Mientras tanto, descartar por completo la neutralidad del mercado se basa en un supuesto fundamental: que los mercados son demasiado miopes para tener en cuenta las preocupaciones ecológicas. En este sentido, hay que distinguir entre aceptar los "bonos verdes" como garantía y redefinir el tipo de interés político como un "tipo de interés político verde". Descartar la neutralidad del mercado introduce un claro sesgo en la formulación del tipo político. Como dijo el actual Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney: podría darse un momento del tipo "clima Minsky", en relación con el peligro de inducir el pánico en el mercado.

Persiste un problema clave: ¿quién fijaría el tipo de interés político? Además: ¿es posible desarrollar modelos que tengan en cuenta las preocupaciones medioambientales? Es muy probable que sí.

 

"Hay una red de bancos centrales que examinan seriamente el cambio climático"

 

La economía también necesita revisarse a sí misma cambiando la métrica del PIB para tener en cuenta una concepción más amplia del bienestar de la sociedad. Una posibilidad sería un "Producto Bruto de Bienestar". Una reciente declaración de la Business Roundtable (Mesa Redonda Empresarial) de Estados Unidos, que agrupa a 180 directores generales de las empresas más poderosas del país, sugiere que las empresas deben superar el modelo accionarial e invertir en sus empleados y proteger el medio ambiente. Parece que algo fundamental ha cambiado en su mentalidad colectiva a la vista de las calamidades de los últimos años.

Los bancos centrales tienen un papel importante que desempeñar, y no sólo porque se les haya considerado, justificadamente o no, como "el único juego en la ciudad". Existe una red de bancos centrales que examinan seriamente el cambio climático y pretenden adaptar sus políticas al respecto. Esta red incluye al Banco de Inglaterra, el Banco de Canadá, el Banco de Francia, el Bundesbank, etc. El BCE se ha sumado a esta iniciativa y es probable que otros bancos centrales le sigan. Fue refrescante ver a Christine Lagarde, durante sus audiencias de confirmación en el Parlamento Europeo, expresar su simpatía por la idea de que la "neutralidad del mercado" debe ser reexaminada a la luz del problema climático. Asimismo, el hecho de que la Junta Europea de Riesgo Sistémico (JERS) incluyera el cambio climático en su evaluación de los riesgos sistémicos del pasado mes de diciembre indica que se están produciendo cambios en la forma en que el sistema financiero y los bancos centrales abordan los riesgos climáticos.

Tal vez la única certeza en este entorno tan incierto sea que se trata de un tema que seguirá en primera línea durante los próximos años.

 

Autor: Daniel Daianu

Crédito de la imagen: Micheile Henderson

Este artículo se publicó anteriormente en Friends of Europe.

 


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