LA DESCENTRALIZACIÓN DE LOS IMPUESTOS MEDIOAMBIENTALES: ¿VENTAJA MEDIOAMBIENTAL O ECONÓMICA?

13 marzo 2024 por Olatz Dasilva
LA DESCENTRALIZACIÓN DE LOS IMPUESTOS MEDIOAMBIENTALES: ¿VENTAJA MEDIOAMBIENTAL O ECONÓMICA?

Resumen

Los impuestos medioambientales se han convertido en una herramienta cada vez más utilizada por los gobiernos para hacer frente a la contaminación y fomentar las prácticas sostenibles. Al principio, los gobiernos recurrían a mandatos, controles y sanciones. Sin embargo, debido a la persistente degradación del medio ambiente, se está produciendo un cambio hacia instrumentos económicos como los impuestos medioambientales. La eficacia de estos impuestos se debate en función de su centralización frente a su descentralización. La descentralización regional puede ser beneficiosa, ya que las zonas con peores problemas medioambientales pueden imponer impuestos más elevados. Sin embargo, hay quien sostiene que la descentralización puede dar lugar a una competencia fiscal destructiva y a pérdidas de eficiencia, ya que las regiones podrían bajar los impuestos para atraer empresas sin tener en cuenta las repercusiones medioambientales. Existe el punto de vista de que entidades supranacionales como la Unión Europea deberían gestionar las cuestiones medioambientales para dar prioridad al bienestar ecológico. A pesar de que los impuestos medioambientales son impactantes en teoría, a menudo se consideran herramientas generadoras de ingresos más que medios de protección medioambiental real. El reto consiste en alinear los incentivos económicos con las prioridades medioambientales para garantizar que estos impuestos cumplan su objetivo de salvaguardar el medio ambiente para las generaciones actuales y futuras.

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LA DESCENTRALIZACIÓN DE LOS IMPUESTOS MEDIOAMBIENTALES: ¿VENTAJA MEDIOAMBIENTAL O ECONÓMICA?

Hasta hace pocos años, el uso de impuestos medioambientales no era una de las primeras opciones de los gobiernos para sancionar los comportamientos contaminantes, ya que disponían de otros métodos para corregirlos. Por ello, la mayoría de los gobiernos preferían emplear instrumentos normativos basados en mandatos, control y sanciones para proteger el medio ambiente. Sin embargo, el continuo deterioro medioambiental ha puesto de manifiesto las limitaciones de las normativas tradicionales, lo que ha llevado a incrementar los esfuerzos por definir técnicas de intervención complementarias. En este sentido, la atención se ha vuelto hacia los instrumentos económicos y, en particular, hacia la idea original de los impuestos.

 

La descentralización de un impuesto con incidencia medioambiental se revela eficaz si cada región regula sus exacciones en función de los problemas medioambientales existentes en ese territorio. De este modo, aquellas regiones donde los problemas son más graves impondrían tasas más elevadas a sus ciudadanos, mientras que aquellas con una situación menos grave podrían aplicar una tasa más baja. Como ejemplo, el siguiente ranking de ciudades con peor calidad del aire en Bélgica. Como podemos observar, la calidad del aire en Beersel o Bruselas es peor que en el resto de ciudades.

#

AQI

CIUDAD

1

98

Beersel

2

61

Bruselas

3

42

Dilbeek

4

26

Zwijndrecht

5

26

Sint-Genesius-Rode

6

25

Stabroek

7

24

Harelbeke

8

20

Heist-op-den-Berg

 

(Información extraída de aqicn.org donde ICA significa Índice de Calidad del Aire, y los niveles van de (0-50) Bueno, (51-100) Moderado, y (101-150) Insalubre para grupos sensibles)

 

Ante esta situación, aunque hay expertos que defienden la descentralización de los impuestos medioambientales y sus beneficios, otros se han mostrado en contra y defienden la centralización. La razón es que diferentes gravámenes dentro de un mismo territorio podrían provocar una competencia fiscal destructiva, con la consiguiente pérdida de eficiencia. La tentación de las distintas regiones de establecer tasas más bajas, o incentivos fiscales para atraer empresas sin tener en cuenta la calidad del aire o cuánto contamina la empresa, suele ser mayor que las necesidades medioambientales existentes.

 

Otros expertos en la materia afirman que los problemas medioambientales, como las emisiones de CO2, deberían ser gestionados directamente por la Unión Europea con el objetivo de priorizar el medio ambiente sobre los posibles beneficios económicos que pudieran producir.

 

Los impuestos medioambientales, aunque conceptualmente concebidos para fomentar prácticas sostenibles y proteger el medio ambiente, en la práctica suelen percibirse más como instrumentos económicos que como herramientas de protección medioambiental. La triste realidad es que, mientras prevalezca la mentalidad que prioriza el beneficio económico sobre el bienestar ecológico, la eficacia de estos impuestos como medio para lograr un cambio medioambiental significativo seguirá siendo limitada. No importa si estos impuestos están centralizados o descentralizados; si el enfoque subyacente sigue siendo maximizar los ingresos en lugar de minimizar los impactos ambientales, se seguirá subestimando su potencial para contribuir a una mejora real de la sostenibilidad y la salud del planeta. Este dilema refleja la urgente necesidad de reevaluar nuestras prioridades económicas y medioambientales para garantizar que los impuestos medioambientales cumplan su propósito original de proteger y preservar nuestro entorno natural para las generaciones presentes y futuras.


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